Enseñad y aprended sin estrepito de palabras, sin confusión de opiniones, sin ostentación de honores, sin polemicas de argumentos.
Yo os concedo cuanto me ha sido dado, para que podáis darlo a los otro, a los que están sedientos y desean, con humildad, fé y sinceridad apagar la sed e impregnar sus espíritus de verdad, de luz, de paz y de alegría.
En vuestras palabras esté el espíritu iluminante; esté la suavidad del verbo divino; esté el perfume del amor y de la dulzura del bien fraterno.
Tened la lengua de dos tallos, para que podáis hablar con dos lenguajes; el del amor y el de la justicia. Serviros de cuanto os ha concedido el Padre y consolaros porque, es verdad que no hay cosa más grande ni honor más ambicinado que lo que Él, Supremo Omnipotente, os ha concedido.
Sed humildes y puros de corazón y que vuestros espíritus siempre sean fortificados de fé y fecundos de bien para todos los que de este alimento tienen necesidad.
Sed tolerantes, pero no seais débiles, sed ordenados dentro y fuera y alimentad el equilibrio en vuestros actos y vuestros pensamientos.
Estad en paz y en alegría.
El Consolador
(Nicolosi, 20 de Enero de 1977)
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