"Castigadores" son aquellos que aman la justicia; otro tipo de amor que impide al prójimo ir al encuentro del error y de hacerse daño a si mismo y a los demás.
"El Padre castiga a quien más ama".
"La Ley castiga a quien la transgrede".
"Un buen padre castiga al propio hijo para hacerle comprender la diferencia substancial entre el bien y el mal".
"El amigo, el hermano, amonestan primero y repudian después si usan la violencia, la astucia y la mentira traicionando el bien que los une".
Consoladores y castigadores son dos aspectos del amor que anima a los justos, los pacíficos y los puros de corazón.
En ambos casos, emerge imperiosamente la necesidad de amar al prójimo suyo como a si mismo.
Un guía infalible hacia lo incorruptible del espíritu y del cuerpo.
Dos aspectos del amor sublime de Dios que ponen en salvación las almas; ya sea que amen, ya sea que odien.
29/3/1982
Eugenio Siragusa
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